En su laberinto, la vida lo puso en la entrada – por Ricardo Ballesteros

Los senderos de la infancia los transcurrió sin darse cuenta, simplemente avanzaba.

En la juventud llegó el momento de tener que optar. No buscó el camino más fácil, sino aquel que le permitiera ayudar, imbuido del ejemplo heredado de sus padres.

Quizá los elegidos no fueron los mejores, pero al fin todos le sirvieron de experiencia.

Aún en aquellos caminos oscuros, pudo encontrar la luz de algún amigo y juntos lo transitaron hasta el próximo cruce.

Los laberintos se prestan para iniciar competencias. A él nunca le interesó ganar; su objetivo era solamente llegar.

Uno de los caminos luminosos que eligió lo llevó al nacimiento de sus hijos, y la satisfacción mayor, el ser superado por ellos, cada uno en su lugar.

En una de las encrucijadas descubrió, ocultos por la maleza, los cartelitos que indicaban la finalidad de la calle; no mostraban la salida sino el contenido del trayecto.

En uno se leía: “Honradez responsable”; en el otro: “Lujuria y placer”

Eligió el primero.

Por él llegó al matrimonio, con aquella que compartía igual finalidad en el Laberinto de Vida. Juntos recorrieron los senderos y decidieron las opciones en cada intersección.

En algunos no hubo acuerdo y fue necesario volver atrás, para reiniciar el camino en busca de la salida.

Así ocurrió que él llegó primero al portal luminoso.

Apenas se acercó pudo ver un mar calmo y dorado, sobre el que, milagrosamente flotaba una tabla en sentido vertical, con alguna inscripción oculta por la distancia.

Entrecerró los ojos para aguzar la vista y así distinguió lo anotado:

(Mi epitafio)

 

VIVÍ COMO PUDE.

MUERO COMO DEBO.

 

No me interesa el final de mi cuerpo (o lo que quede de él) cuando lo haya abandonado.

No requiere de Campo Santo, quizás de crematorio para que arrojen las cenizas al agua en libertad.

Lo que sí me interesa, es merecer el recuerdo afectuoso de mis hijos, que habrán perdonado yerros y aceptado aciertos (si hubiera alguno).

 

No pretendo que me lloren, por el contrario, que disfruten mi ausencia material, sabiendo que intenté superar escollos del mejor modo, hasta este momento que no es el final de la carrera, sino la grilla de partida para saciar mi curiosidad.

Chau…

Sólo faltaban dos pasos para salir. Ahora ya conocía el final…

Ricardo Ballesteros 6-10-19

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