Recopilé parte de artículos que hablan de la Ciencia Folclore, debido a que permanentemente
escucho decir : “Bailo Folklore, Canto Folklore, etc.” La verdad no comprendo a los
argentinos/nas que maldicen a los Ingleses por habernos robado las Malvinas, y, luego usan
remeras escritas en inglés o escriben “Folclore” con K. Construyamos Soberanía Cultural,
todavía somos un país colonizado…. comencemos por llamar a las cosas por su nombre: “yo
bailo Danzas folclóricas” o interpreto “Canciones folclóricas”. Nadie va a Italia y dice “yo bailo
Folklore” dice: bailo “la tarantela” o en España bailo “la jota aragonesa”.
El 22 de agosto se conmemora el Día Mundial del Folclore, cuyo origen deviene de la palabra
folklor, creada por el arqueólogo inglés William John Thoms en 1846 (Inglaterra). La fecha
coincide, en Argentina, con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917),
reconocido como el “padre de la ciencia folklórica”.
Folclore, palabra de origen inglés (folk: pueblo y lore: acervo), que remite a las tradiciones, a
la cultura, a la idiosioncracia de un pueblo, de un colectivo que se identifica con una
determinada manera de ser. Lo instaló el británico William Thoms para referirse a la literatura
popular y la UNESCO lo formalizó en 1960, eligiendo esta fecha como el día del folklore en
todo el planeta.
VEGA, Carlos (musicólogo Director del ex Instituto de Musicología- Argetnino)
Dentro de los límites nacionales, principalmente en la campaña, viven grupos que, en medio
de las grandes instituciones oficiales, tienen costumbres, creencias, ideas, arte, útiles y enseres
propios. Las modernas ciudades desconocen esas formas del pensar, el sentir y el hacer de
tales grupos rurales; y esto significa que la Nación alimenta en su propio seno grandes masas
de población que para el tratadista urbano, para las clases intelectuales urbanas, para el
hombre urbano, son tan extrañas como las de cualquier remoto país. Se insiste en que el
acercamiento y la comprensión internacionales se intensifican mediante el conocimiento
recíproco. ¿No importa mucho más que la Nación se conozca a sí misma? No sólo creemos que
importa, sino que es indispensable. Los límites cívicos terminan donde acaba la conciencia de
unidad. Es inadmisible la convivencia de extraños en el propio territorio. La enseñanza de la
historia nacional en todo el país está unificando la conciencia del pasado común; pero es
necesario robustecer ese vínculo mediante el acercamiento de los espíritus en su realidad
presente. Los habitantes de nuestra campaña tienen siempre fija la atención en el hacer y el
pensar ciudadanos; conocen las novedades urbanas y las imitan hasta donde pueden. La
ciudad, en cambio, ignora el vivir de nuestros campesinos.
La actividad que procura difundir en las ciudades extranjerizadas el conocimiento de la vida
rural, es una de las proyecciones del folclore, precisamente la proyección política. No se trata
de que los habitantes de nuestras ciudades modernas bailen el Gato, usen chiripá o canten
Vidalitas; vista el ciudadano lo que sea, cante y baile en sus fiestas lo que quiera. Se trata de
que conozca y comprenda y sienta esos bienes de la población campesina como propios del
país, como reservas vivas del pasado nacional, como punto de referencia y orientación para las
horas de incertidumbre y desvío.
Tiene el folklore una proyección ética; es decir, una proyección que interesa a la moral.
(…)
Hubo siempre, en todos los tiempos, un enfoque realista espontáneo que tomó elementos
populares y los llevó al libro o a la escena sin más preocupación que la de dar al asunto elegido
el contorno en que se desarrolla; y hubo siempre, también, una curiosidad despierta que quiso
ofrecer a los demás en obras de índole varia, lo bello, lo pintoresco, lo maravilloso o lo exótico
que descubrió en el ambiente popular; seriamente, a veces, y hasta con aparato erudito que
preanunciaba la actividad científica.
Nada de eso es Folklore propiamente dicho, ni como actitud del espíritu ni como empresa.
La ciencia del folklore, que sienta en Europa las bases de su oganización hacia 1880, da sus
primeros frutos en la Argentina después de 1890, y son hombres de ciencia, arqueólogos de
nuestros museos, quienes la inicia. Todo lo que se difundió entre nosotros antes de esa fecha,
sobre o con elementos populares, es romanticismo, costumbrismo, nacionalismo artístico,
tradicionismo, memorialismo, literatura de viajes, curiosidad por lo pintoresco, avidez de
“color local”; no Folklore(como ciencia)- sostiene Vega.-
Ya en el siglo XX la Real academia España aceptó que la palabra Folklore, se escriba con “C”.
Todos los paises tiene su propio folclore .
Los Investigadores de la Ciencia del Folclore en Argentina
El material a recolectar debía referirse a tradiciones populares antiguas nacionales y/o locales.
Para llevar adelante esta tarea, el Consejo Nacional de Educación, elaboró unas instrucciones
para los maestros que proponía la siguiente clasificación:
- Creencias y costumbres.
- Narraciones y refranes (tradiciones populares, fábulas, anécdotas, leyendas, cuentos,
refranes, adivinanzas). - Arte
- Conocimientos populares
El material así recolectado que está depositado en el INSTITUTO NACIONAL DE
ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO ha dado lugar a numerosos estudios
sobre cuentos, poesías, creencias y tradiciones de todo el país, aún se sigue consultando y en
este momento acaba de ser microfilmado. Aunque la primera encuesta no alcanzó los
resultados esperados las autoridades educativas promovieron otras dos más de este tipo en
1939 y 1951.
En la nueva visión del Folklore como ciencia que tiene por objeto de estudio el patrimonio
cultural inmaterial, inatangible y folklórico, entran en el escenario las expresiones culturales de
los grupos étnicos, al tiempo que lo hacen aquellas de los campesinos y de los grupos
urbanos. Procesos de reetnización y valoración del pasado indígena en los últimos años ha
reinstalado y reinterpretado la fiesta de la Pachamama o la revalorización de alimentos
prehispánicos como la variedad de papas andinas o la quinua.
Es por eso que a partir de 1994, constitucionalmente, Argentina ha declarado su
reconocimiento como país multicultural y pluriétnico a través del reconocimiento de la
preexistencia étnica y cultural a los Pueblos Indígenas, garantizando – entre otros derechos – el
respeto a su identidad, y el derecho a una educación bilingüe e intercultural (Art. 75 inc. 17) .
Además, otorgando al Congreso Nacional la atribución de dictar leyes que protejan la
identidad y pluralidad cultural, la libre creación y circulación de las obras del autor; el
patrimonio artístico y los espacios culturales y audiovisuales (Art. 75 inc. 17).
La globalización trae consigo la preocupación por la salvaguarda de algunas expresiones
culturales folklóricas que, a diferencia de la dialéctica entre modernización y folklore, serán
situadas en espacios mundiales y no nacionales.
Mención aparte merece el crecimiento notable de las organizaciones que se dedican a la
investigación, fomento y preservación del patrimonio cultural folklórico. Es un fenómeno que
ha crecido en silencio y que mueve a miles de personas tanto a lo largo como ancho del país.
El principal objetivo de estas organizaciones culturales es propiciar la convocatoria de la
comunidad local, regional, nacional y continental, en forma periódica, para llevar a cabo un
análisis reflexivo, sistemático, ordenado y crítico de nuestra cultura folklórica, a fin de
posibilitar un adecuado tratamiento y un avance propicio en la construcción de tales
conocimientos.
Se ha creado una organización a nivel nacional cuyo objeto es la continuidad de los trabajos
realizados y mencionados anteriormente, llamado ‘Consejo Federal del Folclore de Argentina’,
COFFAR, quien se constituye como el necesario y efectivo Foro de la Democracia Cultural que
precisa nuestro país y, merced a su carácter de permanente, el mismo se constituye desde su
origen en el espacio suramericano que facilitará la intervención, participación y protagonismo
fraternal de los pueblos del continente, quienes, desde su variada constitución cultural, se
sostienen sobre el bagaje que les otorga identidad y al mismo tiempo, les sirve de puente
espiritual para el encuentro fraternal de todos los habitantes de la Patria Grande que nos
alberga y nos hermana. Por eso, sostenidos por ese espíritu de confraternidad, aferrados al
auténtico federalismo iniciamos este largo y prodigioso camino.
El COFFAR es una organización estrictamente sin fines de lucro; no comercial; no tiene
productos o servicios a la venta. Está abierta a socios, aceptando personas o instituciones con
suficientes créditos en materia del folklore.
La creación del COFFAR, sin lugar a dudas se constituye en la representación más acabada de lo
que se ha dado en llamar federalismo de concertación, “La coordinación voluntaria entre
mujeres y hombres de la cultura nacional para el bien de la Patria Grande, conformada por
todos los Estados Suramericanos”.
Fuente: http://www.edisalta.ar – Antonieta Chiniellato : periodista e investigadora de Folclore
Ciencia 15-8-22