En 1880 se conformó el Estado nacional, pero no el Estado Nación. El referente del Estado es la Nación, en tanto “arco de solidaridades, construcción discursiva y política continuamente reinterpretada por diversos actores, que propone un ‘nosotros’ colectivo e históricamente constituido, establecido sobre un territorio que ya ocupa y demarca, o que desea ocupar y demarcar…” (O’Donnell, 2010:107).
Si bien el concepto de Nación varió, interesa destacar que no necesariamente los Estados se construyen simultáneamente a la Nación, ya que pueden constituirse en forma separada3 . En este sentido, son destacables los conceptos de Ernest Renan (Qué es una nación), Max Weber (Poder y dominación), Ernest Gellner (Naciones y nacionalismos), Benedict Anderson (Comunidades imaginadas) y Eric Hobsbawn (Naciones y nacionalismos) quien incorpora la idea acerca que la nación también se construye desde abajo.
El concepto nación es polisémico; en un comienzo era el lugar de origen, la etnia o el pueblo, la Ilustración cambió el significado, la lengua o el lugar de inicio pierde importancia frente al ciudadano ante la ley. Cambió nuevamente con el auge de los nacionalismos del siglo XIX donde varios autores establecieron que las fronteras de los estados no debían cruzar los límites étnicos, hasta llegar al siglo XX con el significado actual de Estado-Nación. Por ello tratamos de entender cómo los hombres y mujeres de los territorios nacionales se pensaban en un común colectivo, en un ellos y un nosotros. No es algo que preexiste, es una construcción histórica ¿Se imaginaban una comunidad política? El Estado nacional es una totalidad referida al mercado como unidad global de acumulación, a la sociedad como estructura de clases, a un sistema de dominación y a la Nación como ámbito de pertenencia. Sin embargo, es necesario señalar que esa totalidad está compuesta por dos niveles, el federal y el provincial, que no corresponden al estado en su realidad ideal abstracta, sino a su existencia material como aparatos y organizaciones. Los dos ámbitos son niveles de organización del poder en un sistema que lo “distribuye en forma socio territorial. El poder es así compartido y esas organizaciones son parte del Estado” (Pírez, 1986:114), es decir, que hay dos existencias reales que se vinculan entre sí. El Estado en tanto formación histórica que emerge con el nacimiento de una ‘sociedad moderna’ y referente del mercado es el encargado de la reproducción del orden y como unidad de poder el que hace uso legítimo de la coerción. En este marco, los estados provinciales6 son diferenciaciones internas del Estado nacional, subsistemas de dominación (¿con recortes territoriales de clases y sub mercado territorialmente determinado?), ya que esta se encuentra distribuidas y compartida entre el nivel nacional y el provincial de la organización estatal (Ibíd: 113). Los estados provinciales se constituyen en la fuente del poder estatal, por ello, Estado nacional y estado provincial son componentes de una unidad mayor: el Estado Nación (Ibíd). En este orden, el poder a fines de siglo XIX en el país, en los términos descriptos se ejerce en todo el territorio, pero esos espacios son diferentes y diferenciados. Es importante señalar que se trata de dos partes, bloques o una Argentina que se desarrolló en dos velocidades (Favaro, 2012: 7). Una parte o bloque, las tradicionales catorce provincias, subinstancias de dominación con sociedades constituidas, clases sociales definidas que articularon y garantizaron la reproducción plasmada en una economía de mer(…)
El Estado sostenía la idea que había que ‘argentinizar’ o nacionalizar los lugares nuevos, cuyos habitantes eran de origen diversos, en particular indígenas y extranjeros. Había que llevar la ‘civilización’ al interior de las pampas y abolir la línea imaginaria que separaba la cultura blanca de la indígena, denominada frontera interna, destruyendo los grupos sociales que se rebelaban ante el avance de la civilización (Bandieri, 2009). Desde la primera experiencia democrática con el Radicalismo hubo propuestas (1919) -sin resultados- de provincialización de los territorios. Una idea fuerte se retomó durante los años de gobierno de los neoconservadores, en el contexto de una mayor intervención estatal; se propició y efectivizó la construcción de escuelas públicas y de frontera, con presencia de mayor número de unidades del ejército, regimientos, destacamentos militares13, hospitales, servicios públicos, empresas estatales (YPF)14. Se aplican reformas vinculadas al funcionamiento de la justicia, con el objetivo de “contribuir decididamente a mantener la identidad nacional en áreas limítrofes, a preservar el territorio nacional y la intangibilidad del límite internacional”15. cado, de un sistema de producción capitalista .
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El proceso de provincialización se retrasó a pesar de los petitorios de los habitantes territorianos, no sólo porque las Gobernaciones no reunían las condiciones exigidas por la ley, sino también por las diferencias políticas, económicas y sectoriales de los propios actores de cada espacio.
Dicho de otro modo, hasta la década de 1950 no se conforma la Nación, ya que por más de setenta años existían habitantes en casi la mitad de país que no gozaban de los mismos derechos sociales y políticos que los que se encontraban en las provincias. La ciudadanía es un proceso que corresponde a un doble movimiento, desde abajo, por las luchas de los sectores excluidos que pretenden tener o ampliar sus derechos y desde arriba, por la acción del Estado (que genera políticas modernizantes o conservadoras). A mediados del siglo XX, se observó esa arquitectura de legitimidad por sobre la desigualdad de clases, manteniéndose la tensión entre la igualdad invocada-otorgada por la ciudadanía y la lógica económica. En síntesis, cuando la ciudadanía -con derecho a participar en el ejercicio del poder- fue otorgada por el Estado nacional a los habitantes de los territorios nacionales, en esas áreas se había constituido una sociedad, densa o líquida, [con] formada en sus clases-fracciones de clase y los espacios fueron involucrados con sus recursos al mercado nacional; es el momento de constitución del Estado Nación ya que se incluyó al resto de la población de Argentina al cuerpo político nacional
Fue a partir de 1958, cuando se producen las primeras elecciones en l o s e x t e r r i t o r i o s -e n e l c o n t e x t o d e la proscripción del peronismo, se incorporaron a la Nación, los nuevos espacios- las nuevas provincias.
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Debieron transcurrir varias décadas para posibilitar la concreción de alianzas y/o conflictos con otras clases y objetivarse su inclusión en la estructura de poder nacional. En este sentido, se desenvolvió una sociedad que de “estado líquido” (sin cristalizar la estructura de clases)17, pasó a una sociedad con clases o fracciones más solidificadas. Recordemos que en los territorios la escasa población se encontraba en áreas rurales, dedicadas a la actividad ganadera, en su mayoría (para el caso de la Patagonia), de origen chileno y sobrevivientes indígenas. Los inmigrantes fueron pocos, entre otros, galeses en Chubut, italianos y españoles en el valle del Río Negro, sirio-libaneses en Neuquén y de los países limítrofes en las gobernaciones del norte. Dada la incidencia del Estado nacional en la mayoría de los territorios nacionales, resulta válido pensar en sectores medios, expresión no sólo del empleo público en reparticiones nacionales, sino también -por alguna actividad privada como en los valles rionegrinos- de los medianos productores, que se exponen como élites predominantes en el nivel local. Recordemos que en la medida que avanza el proceso político en los territorios, florece la creación de aparatos y organismos estatales, dependientes del ejecutivo nacional.
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Por último, una reflexión que también contribuiría a la formación del Estado Nación es la del mercado nacional. En términos de la teoría económica tradicional, el concepto alude al área donde se posibilitan el intercambio entre productores, comerciantes y consumidores, que no sólo son resultado de la división internacional del trabajo y de la especialización productiva. En efecto, dada la incidencia del Estado nacional sobre esos espacios cabe preguntarse si la explotación de determinados recursos y su integración, luego de convertidas en provincias, no tuvo que ver con las propias necesidades de la instancia central y de los actores privados, lo cual dio lugar en mayor o menor grado a la definición de su propia estructura productiva con actividades económicas20 que, en parte, ya venían siendo desarrolladas durante la vigencia del status político anterior, tal es el caso del petróleo en Neuquén.
En síntesis, el Estado, por una parte, es indisociable del tipo de organización social de la producción vigente, cualquiera que sea el régimen político o los gobiernos que lo gestionen, es decir, con independencia de su cara autoritaria o represiva o de su aparente faz de benefactor, dispuesto a conceder reivindicaciones o contribuir a atender necesidades individuales y sociales (Moncayo, 2012:20). Por otra, la Nación actúa como unificadora del conjunto de personas bajo las mismas pautas culturales, idiomáticas, educativas, construyendo una historia común donde se entremezclan lazos contractuales con referencias y mitos que el conjunto identifica como propios, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba25, expresando la voluntad de seguir viviendo y ser parte del conjunto (Martínez, 2010:5). Se trata de un todo internamente heterogéneo campo de diferencias y contradicciones que corresponden a las diferentes unidades componentes (la federal y la provincial) (Pírez, 1986:118).
Por Orietta Favaro oriettafavaro@speedy.com.ar Cehepyc – CLACSO; Universidad Nacional del Comahue. Argentina