Celebración de Semana Santa desde la Concepción religiosa Católica Apostólica Romana en 2021 los días 1-2-3 y 4 de abril

Todos y todas sabemos que el origen de Jesús de Nazareth es Hebreo o Judío, como quieran llamarlo, por lo tanto él no proponía crear una nueva religión, sino modificar  La Tora, por la cual se regía el pueblo hebreo , lo que él quería volver   fidelidad de la Alianza.

La alianza es una idea teológica central en el Antiguo Testamento, que usa ese término para expresar la relación especial que Dios tiene con Israel. Es fundamental para la fe, la vida y el culto de Israel la convicción de que Dios, en un tiempo y lugar particular y libremente, ha querido entrar en comunión con Israel y constituirlo como pueblo de Dios, imponiéndole obligaciones específicas

Según Miguel Pasqua,  es muy probable que si Jesús se hubiese quedado en Galilea, en Tiberíades, en Cafarnaún,  hubiese muerto de viejo. Pero habría sido una incoherencia. No es que Jesús hubiese venido al mundo para morir en el Gólgota a los 33 años: pero sí vino para liberar a Dios del Templo corrupto, y eso lo llevaba necesariamente a exponerse a sí mismo como sacrificio. Los tres evangelios sinópticos presentan la vida de Jesús como un viaje con un destino claro: Jerusalén. Y así, tras haber anunciado el evangelio por lagos, montes y ciudades, llegó a Jerusalén, se revistió de autoridad (eso significa, según explica Benedicto XVI en su Jesús de Nazareth la requisación del burro para entrar a sus lomos) y entró en la ciudad santa aclamado como un rey pobre para enfrentarse al Templo con todas las consecuencias.

Y vaya si se enfrentó. Vaticinó su destrucción, lo llamó “cueva de bandidos” y denunció el secuestro de Dios por las autoridades religiosas. Pese a su poder persuasivo, apenas intentó convencer a los de arriba: su proyecto era radical y requería algo más que unas reformas para volver a la fidelidad de la Alianza. No se trataba de depurar una religión, sino de cambiar el tiempo. Lo que mató a Jesús no fue otra cosa más que la decisión de acabar con un profeta que era peligroso porque tenía razón. Si Jesús hubiese sido un iluminado, o un predicador extravagante, habría bastado con un arresto, o con unas monedas para comprarlo. El poder sabe cuándo tiene que defenderse con medidas extremas. Sabe distinguir las amenazas.

Jesús no fue a Jerusalén a morir, sino a cumplir su objetivo. Su muerte fue la consecuencia necesaria de su misión de liberar a Dios de una religión corrompida. Sin salirnos de la más estricta ortodoxia, podemos entender que su muerte fue la Pascua hacia una nueva Alianza, roto el Templo y abierta a todos los pueblos del mundo. El cristianismo, que es la auténtica resurrección de Jesús, atestigua que consiguió su propósito.

No es poca cosa lo que celebramos el Domingo de Ramos. Se haría más visible aún si las procesiones de “la borriquilla” no arrancaran desde dentro de las iglesias, sino si entraran en la ciudad desde sus afueras, para recordarnos que nuestras iglesias no pueden jamás volver a convertirse en templos.

 

Cuando se organizó a Semana Santa Católica

Desde el siglo II, después de Cristo, se organizó la Semana Santa como la conmemoración del triduo sagrado, la pasión, la sepultura y la resurrección del Señor. El nuevo calendario litúrgico instituyó la Semana Santa, destinada a recordar la pasión de Cristo, a partir de su ingreso a Jerusalem.

El Domingo de Resurrección es el día más importante de la Semana Santa, ya que es el día de la pascua, de la resurrección y de la vida cristiana.

El Sábado Santo fue asignado como el día del ayuno, con ausencia de celebraciones litúrgicas. Es el paso de la muerte a la vida, que es la pascua. En el siglo IV se le dió importancia al Viernes Santo, que está relacionado con la adoración de la santa cruz, el emblema del cristianismo, que resume en su figura la redención del mundo.

Con el tiempo, se institucionalizó la procesión del vía crucis del Viernes Santo.

La celebración de la Cena de Jesús con sus discípulos aparece en el siglo V y, desde entonces, se celebra el Jueves Santo.

Por último, el Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Mayor, es la celebración del ingreso de Jesús a Jerusalem.

En España se dió una especial importancia a la Semana Santa con la organización de procesiones con hermandades religiosas, con pasos de la pasión, artísticos y debidamente decorados; y con el drama religioso en diversas expresiones. De allí vienen: Santo Eccehomo, El Cristo del Perdón, Jesús con la cruz a cuestas, la Oración del Huerto, La Crucifixión, La Dolorosa, Las Tres Marías, El Santo Sepulcro y otras.

Desde el siglo XVI se organizaron las cofradías para llevar los pasos con escenas de La Pasión en las procesiones y preparar estas procesiones en la semana mayor.

Arte sacro tunjano Desde la fundación hispánica de Tunja se hicieron las ceremonias de Semana Santa, como en todos los pueblos fundados por los españoles. Sin embargo, su gran esplendor aparece en la segunda mitad del siglo XVI.

La ciudad de Tunja se convirtió en centro de arquitectos, alarifes, talladores, escultores, pintores y ebanistas.

Algunos escultores hicieron bellas obras para las iglesias, que fueron utilizadas en Semana Santa. Otras fueron importadas de Sevilla y Quito.

En Tunja se conformó una escuela de modeladores y tallistas de madera que hicieron de esta ciudad el centro más activo de la productividad artística en todo el Nuevo Reino de Granada.

En Tunja se esculpió la imaginería que fue distribuida en todos los templos de la ciudad, las villas y aldeas vecinas. Una de ellas fue la de El Judío de Santo Domingo, alrededor del cual se tejieron toda serie de leyendas; una de ellas la del Judío Errante y su entrevista con el Judío de Santo Domingo.

A finales del siglo XVI se creó en Tunja la primera Sociedad de Nazarenos del Nuevo Reino de Granada y se organizaron con gran pompa y devoción las procesiones de Semana Santa. Ellos cuidan los pasos, se reúnen varias veces al año para precisar diversos aspectos del servicio social, elegir nuevos miembros y otros asuntos propios de la organización.

Las procesiones de Semana Santa tienen un gran renombre a nivel nacional, así dice la copla: La Semana Santa en Tunja, el Corpus en Bogotá, las fiestas en Sogamoso y la Nochebuena en Soatá .

Esta visión histórica refleja la grandeza de la Semana Santa y la profunda devoción del pueblo cristiano de nuestra ciudad; y nos invita a vivir de nuevo y con esta misma devoción cada uno de los actos conmemorativos de la pasión, muerte y resurreción de Jesucristo.

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