El deseo está colonizado. El anarquismo es una gran fuerza de descolonización de las cabezas, de los deseos, de las corporalidades, de los vínculos. Hay una gran tarea de desmontaje de poner en interpelación todo lo aprendido. Hay una tarea de ver cómo se hace ante cada circunstancia en nuestras vidas. También hay una tarea de recuperación de lo pequeño. No es movimiento de masas. Descreo de estos movimientos si están regidos por pensamientos y normativas nuevas. Cada vez que un grupo de personas se reúnen para hacer, tienen esa posibilidad de habitar un laboratorio de transformación y de interpelación del sistema, fundar una pequeña comunidad y ver qué nos pasa haciendo juntes: qué reglas creamos para nuestra micro-comunidad y luego lo circulamos. ¿Tuvo errores? ¿Tuvo aciertos? Los transmitimos, los asumimos, los compartimos, lo circulamos, lo relatamos, lo escribimos y lo narramos, incluso en el feminismo, una y otra vez se cuenta la misma historia. Conocerla es importante, pero es sólo parte de la historia.
Existe un feminismo múltiple, escondido, al que las olas le quedan lejos, un feminismo embarrado, que se multiplica en los barrios, en los pueblos, que rara vez llega al centro…que crece entre las baldosas, en el turno de descanso de las obreras, en el patio de las casas de las vecinas, en las esquinas cuando se juntan las pibas, en la complicidad de las viejas, en las herramientas de supervivencia que se transmiten en una ronda de mate, en un whatssap, en un bondi a Moreno a las doce de la noche con los pies helados llorando en la campera de una compañera… en todas las alianzas que se nombran como feminismo y en todas las que no, que ni le ponen un nombre, pero entienden de urgencias, de correr por otras, de abrir la casa para que venga la que está rota, la que arma una cama para recibir a la que está huyendo, le cocina un guiso, le regala un buzo, le cuenta un cuento para terminar riendo entre mocos a la madrugada…y también la que se hizo el bolso y cerró la puerta.
Las que se juntan para armar merenderos, acompañar abortos, las que juntan la plata que no tienen para pasarle a aquella que no puede más, la que se juntó con otras para echar al pedófilo del barrio jugándose el pellejo, la que empieza a nombrarse, a decir basta…las que se reconocen y se organizan y se piensan, claro que se piensan, pero de otras maneras.
Las que no escucharon siquiera de olas, o las que no se reconocen en ese linaje, porque hay tantos linajes, tantas maneras de romper, de hacer, de agruparse.
Y esos recorridos invisibles no sólo existen, son indispensables.
Que se cuenten las olas, claro, pero que nadie haga agua a la hora de nombrar quiénes somos, de dónde venimos, por qué estamos acá.
Clodet García
¿Quién es Clodet García?
Es actriz, directora, dramaturga, docente teatral, activista. Formada en la EMAD, escuela de arte dramático de Buenos Aires y en talleres de varixs maestxs completa su formación de manera autogestiva y colectiva, esencialmente en dos proyectos que funda: Teatro del Círculo (1996-1998) y el proyecto de investigación y creación Teatro de la Tierra (1999-2013), espacio de indagación de la ritualidad teatral antipatriarcal.
Integró el colectivo Mujeres de Artes Tomar en el período 2.-