Las Toninas: Las Pagodas, Patrimonio Histórico y Arquitectónico, su historia

Estas casas formaban parte de un proyecto mas amplio, que quedó inconcluso, comenzado en 1963 por los arquitectos Clorindo Testa y Samuel Oliver. Es por esto que hace pocos años fueron declaradas patrimonio histórico y arquitectónico del Partido de la Costa.

Las llamadas popularmente “pagodas” de Las Toninas, son 5 casas que se encuentran en la manzana comprendida entre las calles costanera y 1, / 8 y 10, en la zona norte de esta localidad, donde ya casi empieza la zona virgen que la separa de San Clemente.

Mas allá de la privilegiada cercanía al mar, las casas tienen el valor agregado de ser construcciones diseñadas para el entorno marino, por eso la particular forma de sus techos que remiten a la forma de las sombrillas, y la transparencia de sus paredes en las que el material dominante es el vidrio. Esto permite una relación entre el interior y el exterior poco frecuente en la arquitectura costera, ademas de una impactante integración al paisaje. Para ser disfrutadas a pleno por quienes valoran las cosas buenas.

Dijo Clorinda Testa (hoy fallecido): “Al regreso de un viaje con mi esposa, Justo Samuel trabajaba en el proyecto de las “pagodas”, a las que  planteó como una propuesta destinada a ser un modelo a seguir en relación con el respeto de la topografía y el uso del suelo. Esta historia es muy bella porque entrelazó también  al arquitecto Clorindo Testa, casado con Teresa, sobrina de Oliver en el año 62,  se  apasiona con el proyecto y se suma a la obra vanguardista.

María Rosa (hermana de Samuel Oliver) quien  estaba postrada en un asilla de ruedas. no se encerró en su caja de cristal, por el contrario, fue una incansable viajera y amante del espacio verde. Pasó largos períodos en una pequeña granja de Merlo y como amaba estar cerca del mar, su historia la ligó al balneario  donde su hermano, el arquitecto  Oliver, desarrolló el proyecto  de Las Pagodas en Las Toninas, consistente en la realización de viviendas denominadas “Las Pagodas”

El tranquilo balneario repentinamente tomó otra dimensión a partir del emprendimiento de Samuel Oliver  el proyecto arquitectónico y urbanístico se llevó acabo en la manzana virgen que cedió Alejandro Leloir.  El mismo fue pionero pero no se supo interpretar, ya que hoy La Costa tiene todas las características de una conurbación.

“La manzana que hizo Samuel Oliver estaba muy bien proyectada. Los lotes eran de veinte metros de ancho, era todo muy aireado, las casas estaban separadas, eran todas iguales pero distintas, porque algunas tenían dos dormitorios, otra uno, la nuestra tenía una especie de altillo atrás, un depósito, tenían esa variedad, y además la orientación, que algunas estaban en orientaciones distintas. Con lo cual había un movimiento dentro de casas que tenían todas un mismo punto de partida, que era ese “estar”, el living que medía 6 por 6, con la cúpula arriba, y enseguida las empezaron a llamar las pagodas”. Su obra siempre estuvo atravesada por la forma propia de interpretar la vida y por su declarada angustia antes las desigualdades.

En el año 1997 el Arquitecto Jorge Guitelman, director del diario Pionero, compra  dos de las pagodas  e invita a un grupo de arquitectos platenses para terminar  la obra iniciada por Oliver y Testa, pero  no se pudo concretar, mientras tanto inició los trámites ante el HCD La Costa, para que que fueran declaradas  Patrimonio Histórico y Arquitectónico del Partido de la Costa.

En  declaraciones el Arq. Guitelman dijo: “la pagoda mas cercana al mar, sobre la costanera, fue construida para María Rosa Oliver, para que ella sentada en  lonetas, pudiera mediante ayuda  de su asistente, Josefa “Pepa” Freire y otras personas, llegar hasta el mar que tanto amaba”.

 

Quien fue María Rosa Oliver

Perteneciente a familia patricia argentina, fue hija de Francisco José Oliver y María Rita Romero, la primera de ocho hijos y descendiente de María de los Remedios de Escalada de San Martín.A la edad de 10 años María Rosa contrajo poliomielitis quedando postrada en una silla de ruedas por el resto de su vida. Su invalidez, sin embargo, no le impidió ser una de las pioneras de la lucha en varios frentes. Con la ayuda de la fisioterapeuta sueca Olga Carlsson, comenzó una recuperación durante la cual desarrolló amor por la lectura y el dibujo. María Rosa fue ampliamente admirada por su valentía para sobrellevar la discapacidad física y por su amabilidad e interés en las personas de todos los ámbitos de la vida, en especial, por su condición  de no victimizarse y transformar las circunstancias de su malestar físico a una vida de política personal y compromiso cultural. Dice la autora en La vida cotidiana (1969): “a nadie podía culpar de mi mal. Y si a nadie podía pedirle cuentas, lo mejor sería, en lo posible, no tomarlo en cuenta”.

Fue una de las fundadoras de la Revista Sur junto a su íntima amiga Victoria Ocampo con quien también fundó en 1936 la Unión Argentina de Mujeres (UAM) -que no debe confundirse con la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA), creada hacia 1947- promoviendo el voto femenino. Era amiga del Che Guevara y escribió tres volúmenes de su autobiografía, cuyo último volumen, Mi fe es el hombre, concluyó antes de morir.

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